Lo que se repite no sana.
Hay personas que se quedan atrapadas en situaciones dolorosas y perpetúan su sufrimiento sin poder encontrar una salida clara. Parecen vivir en un eterno retorno, donde lo que duele no se repara, solo se repite.
¿Conoces a alguien que podría beneficiarse de estas estrategias? Comparte este boletín
Una amiga que se queja de su relación, pero no puede dejarla. Él la lastima, ella lo perdona. Se separan, pero regresan. Juran cambiar, pero todo vuelve a empezar. Ella quiere un hijo, él también, pero discuten tanto que no logran acercarse. Él se emborracha, la ofende, y luego se disculpa entre lágrimas. Ella lo ama, pero vive vigilante. Él la frustra, pero también la calma.
¿Es solo un círculo vicioso? ¿O hay algo más profundo?
Cuando alguien repite una relación tóxica, una adicción, una conducta autodestructiva, no lo hace por gusto ni por debilidad. En muchos casos, se trata de una compulsión a la repetición, un mecanismo psíquico inconsciente que lleva a actuar, una y otra vez, algo que no pudo ser comprendido, nombrado ni elaborado.
Un círculo vicioso es una secuencia de comportamientos que se retroalimentan y parecen no tener salida, pero donde existe cierta conciencia de lo que sucede. En cambio, la compulsión a la repetición opera desde lo inconsciente: es la necesidad de repetir escenas del pasado, especialmente dolorosas, con la ilusión inconsciente de repararlas, de que esta vez el final sea diferente.
Pero casi nunca cambia. Porque no se trata de una historia nueva, sino de una escena vieja que se actualiza con nuevos actores. Como si se viviera atrapado en una obra que no se puede terminar de escribir.
No es fácil, requiere de ayuda profesional. A veces el dolor se vuelve parte de la piel, de la rutina, de la forma de vincularse. No porque se quiera sufrir, sino porque salir implica renunciar a lo que, aunque duele, da sentido.
El primer paso no es tomar una gran decisión ni forzarse a cambiar. A veces, lo primero es darse cuenta de que eso que se repite, no es casualidad. Es una historia interna que aún no ha terminado de escribirse. Y puede comenzar a cambiarse cuando alguien —uno mismo, o alguien que acompaña con respeto— ayuda a ponerle palabras nuevas a lo que parecía un destino fijo.
Salir no es inmediato. Pero se empieza, muchas veces, en el momento en que alguien te dice:
"No estás loco. No estás rota. Solo estás atrapado en un intento de resolver lo que antes no se pudo."
El abrazo interno es ese gesto silencioso que te das cuando dejas de pelear contigo mismo. Es reconocer tu dolor sin huir, sostenerte sin juicio y recordarte que mereces amabilidad, aun cuando no tengas todas las respuestas.
El abrazo interno se practica cuando decides hablarle con ternura en lugar de crítica.
Cuando respiras profundo antes de juzgarte.
Cuando reconoces que estás haciendo lo mejor que puedes, aun en medio del caos.
Es detenerte por un momento, poner una mano en tu corazón y decirte: “Estoy aquí, no me voy a abandonar.”
Es aceptar que hoy no tienes todas las fuerzas, pero tienes la intención de cuidarte.
Pequeños actos como no exigir perfección, darte permiso de sentir tristeza sin apurarte a salir de ella, o permitirte descansar sin culpa… también son formas de abrazarte por dentro.
¿Conoces a alguien que podría beneficiarse de estas estrategias? Comparte este boletín
Abrazo con ternura la herida que llevo dentro, esa que nadie ve, pero que pesa en mi alma. No necesito ocultarla ni curarla por completo para seguir adelante. Hoy me doy permiso de sentir mi dolor sin vergüenza, sin juicio, con amor.
Reconozco que haber sobrevivido ya es un acto de fuerza, y elijo caminar con mi fractura a cuestas, no como un castigo, sino como el testimonio de mi valentía.
Pregunta: “Volví con mi novio y había jurado dejarlo para siempre…Tengo 5 años con el mismo novio, cuando estoy con él sufro porque no me apoya ni me válida, al contrario hasta parece que hasta parece que volví a llegar al mismo lugar de donde prometí salir y no regresar nunca. No entiendo, cuando estoy con él sufro y cuando estoy sin él sufro igual ¿qué me pasa?”
Respuesta: Lo que te pasa es más común de lo que crees, pero no por eso es menos doloroso. Hay una parte de ti que quiere creer que esta vez todo va a cambiar, que por fin la relación se va a transformar y van a poder estar bien. Esa esperanza no es un error, es un deseo profundo y muy humano de querer sanar algo que te dolió y que aún no se cierra dentro de ti.
Esa fantasía es una forma de volver simbólicamente al pasado con la ilusión de reescribirlo, de cambiar la historia. Pero lo que se repite no se sana. Solo perpetúa el sufrimiento.
Te entiendo. Sé que no es fácil sentirse atrapada en un mar de emociones que te revuelca de un lado a otro sin poder encontrar la salida. Estás dividida entre lo que sabes racionalmente y lo que sientes emocionalmente. Eso agota. Eso confunde.
Por eso, no te juzgues. No te critiques por seguir allí. Reconoce que hay un dolor, una herida que aún no se ha podido nombrar ni comprender del todo. Atrévete a mirar hacia adentro con compasión. La verdadera salida no es forzarte a soltar ni obligarte a quedarte. Es entender qué parte de ti está atrapada en esa historia… y qué necesita para liberarse.
La repetición te mantiene atado, pero la conciencia te da opciones. Hoy puedes empezar por preguntarte: ¿Qué es lo que verdaderamente espero de esta relación? ¿Y qué parte de mí se siente incompleta si no la tengo?
¿Conoces a alguien que podría beneficiarse de estas estrategias? Comparte este boletín
¿Alguien te reenvió este correo? ¡Excelente! Suscríbete aquí.
Reply